miércoles, 7 de julio de 2010

Yogjakarta

Es una ciudad de la isla de Java, Indonesia. Es una ciudad mediana, tranquila y llena de comercios, restaurantes y bares donde tocan grupos musicales por la noche. Hay una calle principal donde se congregan todos, Malioboro. Casi como el nombre del tabaco, pero no. Aquí encuentras un montón de tiendas de Batik (es una técnica para pintar ropa o para hacer cuadros), tiendas de frutos secos y dulces típicos de Java, el mercadillo a lo larrrrgoooo de toda la calle en un lado y en el otro, toda la acera, lleno de restaurantes de comida de allí, donde las mesas son muy bajitas y te obligan a sentarte en el suelo o tumbarte.
Lo mejor de Yogja, para mí, fue el día que alquilamos unas bicis y nos fuimos a recorrer la ciudad. La de Dani era una mountain bike y la mía una de paseo, pero de los años 20 por lo menos. Pero molaba un montón y era muy cómoda para lo vieja y oxidada que se veía.
Fuimos a ver “El palacio del Sultán”. Una mierda de sitio, donde pagas una entrada (no sé pa qué). Pero bueno, al menos pudimos ver un espectáculo de marionetas de sombras con una orquesta de gongs, xilofones, etc. Y unas mujeres cantando. Muy interesante y bonitas las marionetas. Y la música encantadora con aquellos sonidos que hacían las mujeres. Pero el espectáculo bastante aburrido. Estas marionetas son típicas de Java.
Luego, nos encontramos con Nieves y Livia (las chicas españolas que viven en Pekín) con su acompañante inglés. Y unos estudiantes indonesios que estaban por allí, nos empezaron a hacer fotos en grupo. Venga… Ya en grupo y todo. Veenngaa a hacernos fotos!! Y nosotros nos partíamos de sus pintas, porque había cada modernillo, con chaqueta y todo para lucir, pero sudando como un cerdo, claro está.
Cuando nos despedimos de las españolas, seguimos nuestra ruta en bici. Queríamos encontrar un bar donde impartían cursos para aprender a trabajar la plata. Con dificultad, pero lo encontramos. Hay unas calles en un barrio, que están todas llenas de joyerías de plata. Y venden joyas y figuras en plata. Vimos también un taller de plata, donde los artesanos hacían unos trabajos magníficos. Piezas únicas.
Y entonces, vino lo mejor, el Gran Diluvio. Estábamos preguntando a un hombre por la dirección de otra escuela, y empezó a caer la de dios. Estuvimos esperando en la puerta de la casa de aquel hombre, no sé, igual una hora. Era una pasada ver llover tal cantidad de agua por metro cúbico, entre las palmeras de su jardín.
De repente, vino la hija. Justamente, era la mujer de la escuela de plata y nos informó del curso, bajo el porche entre paraguas (Parece el título de una peli, jejeje.) Los cursos estos duraban 3 ó 4 horas, no os vayáis a pensar. Y al final, tanto rollo y no hicimos ninguno.
Bueno, cuando parece que deja de llover nos vamos a ver si comemos algo porque estábamos hambrientos ya. Y justo doblar la esquina, encontramos unos puestos de comida en la calle pero con mesas dentro. Yujú!! Tomamos una sopa con fideos largos, tofu, unas albóndigas de carne y un trozo de carne imposible de identificar, con ajito y especies. Lo que ellos denominan como Bakso. Muy rica! Y muy apropiada con el día húmedo que hacía. Para beber: zumo de naranja caliente. Bueno, de verdad. Lo había probado con limón, pero con naranja nunca. La comida ha sido un éxito: Buena, Bonita y Barata.
Nos vamos en busca de las bicis, aunque parece que no ha dejado de llover del todo. Justamente, donde tenemos las bicis, hay una tienda de ropa de deporte y juguetes. Entramos a preguntar a ver si tienen impermeables. Y ya ves si tienen: chaqueta con falda larga, chaqueta con pantalones, unos tipos los del Port-Aventura, que te cubren enteros a ti y a toda tu familia… En fin, serafín… Como no me decido paso de comprar nada.
Al coger las bicis viene un tío corriendo, que quiere cobrarnos el parking. Qué parking? Si es una bici!! Nada de nada, monada. Nos vamos, por supuesto sin pagarle nada.
Para mi desgracia, a pocos minutos de irnos de la tienda, comienza a llover. No mucho, pero suficiente para calarte. Al final, entramos en un supermercado que encontramos por el camino y me pillo un chubasquero de chaqueta con pantalones. Vaya triunfada!! Puedo ir en mi súper bici y sin mojarme. Claro, que muy guapa no voy. Hasta unos chavales de una moto se ríen de mi. Qué cabrones! (Sería por mis pintas?)
Pero es muy divertido ir en bici lloviendo. Llegamos al hotel y estamos petados.
El hotel Dewi es genial. Unas habitaciones súper bonitas, baratas con patio y jardín para compartir y hacerte un té o un café cuando te apetezca. El dueño es Pujo, un chaval indonesio (muy buena persona) que le encanta Barcelona y el Barça. Cada año va de vacaciones a Barna. Nos hicimos muy colega suyo y salíamos a cenar con él y con las españolas casi todas las noches.
Nos hicimos un masaje con aceite y otro de pies. El de pies súper barato: 3 euros. Y la comida de los puestos de la calle genial: rollitos de verdura, tofu, tofu con cosas, buñuelos de maíz y puerro, platos de arroz con tofu y una salsa de chili que preparan en el momento (no veas como pica)… Todo riquísimo y barato.
Al final estuvimos 5 días, creo, y de aquí cogimos un avión a Singapur con escala en Jakarta.

1 comentario:

  1. ¡Hola chicos!
    Así que comáis lo que comáis siempre se come tofu ¿no?, jeje. Parece que ésta ciudad no está tan en contra de la civilización. Espero que haya fotos de Rosa con el chubasquero, ahora voy a verlas, no quisiera llevarme una decepción.
    Un abrazo Dani y Rosa, ¡¡¡cuidáos!!!
    Nos leemos.

    ResponderEliminar